Diseñar un edificio residencial típico rara vez involucra a sus futuros residentes. A menudo, son creados por desarrolladores inmobiliarios en respuesta a demandas del mercado predefinidas, y los proyectos rara vez están optimizados para la habitabilidad. Un sistema de desarrollo emergente que comenzó en Alemania busca cambiar esta dinámica y reposicionar a los residentes en el centro de los nuevos desarrollos habitacionales. El sistema Baugruppe, que en alemán significa "grupo de construcción", propone un enfoque alternativo para la vivienda que permite a grupos de individuos unirse para diseñar y construir sus espacios residenciales, eludiendo a los desarrolladores tradicionales para crear entornos habitacionales personalizados y sostenibles.
Se dice que nuestra capacidad como especie para establecer fácilmente fuertes vínculos emocionales con criaturas de otra especie es una de las características únicas que diferencian a los humanos de los animales. Pero, ¿qué pasa con el amor que recibimos a cambio? Los científicos han llegado incluso a medir y comparar la presión sanguínea y los niveles de oxitocina de nuestras mascotas cuando estamos juntos y cuando estamos separados, para demostrar este hecho.
Con el amor familiar recíproco que se comparte entre mascotas y dueños, casi como entre los propios miembros de una familia, no es de extrañar que nuestras mascotas se sientan parte de nuestras familias. Pero, ¿por qué, entonces, somos menos propensos a incluirlos en las principales decisiones de diseño de nuestros hogares?
Olvida los vestidores a medida, las mesas de escritorio y las obras de arte colgadas en la pared, las unidades de vivienda accesorias (ADUs, por sus siglas en inglés) son el único accesorio de lujo en el que vale la pena invertir esta temporada. Lejos de las tendencias a corto plazo que se encuentran en el mundo de la moda, las ADUs son una forma relativamente sencilla de resolución, sin muchos de los problemas regulatorios involucrados en otros tipos de renovación/construcción, para mejorar la usabilidad de una casa.
Las configuraciones contemporáneas de la vida familiar se traducen en que los padres y los abuelos que precisan atención, se entrecruzan con los adolescentes y jóvenes adultos que necesitan independencia y con los propietarios que necesitan la seguridad financiera de un ingreso pasivo garantizado. Con poco espacio adicional para mudarse y poca elección para mudarse en un mercado inmobiliario crítico, la solución más obvia es simple: agregar otro techo.
Las casas pueden entenderse como la forma de arquitectura más significativa y primaria, ya que está íntimamente relacionada con la idea de vivienda, una de las necesidades básicas de la humanidad. En palabras del arquitecto Mario Botta, “Mientras haya un hombre que necesite una casa, la arquitectura seguirá existiendo”. Sin embargo, a pesar de su ubicuidad, o quizás por ello, es difícil encontrar una definición exacta de casa. A lo largo de la historia, a esta unidad se le han ido añadiendo y restando diferentes funciones y espacios, reflejando directamente el carácter de la sociedad que la produjo.
La lista de expectativas que debe cumplir una casa es larga y en constante evolución: brindar espacios íntimos y seguros donde recargar energías, pero al mismo tiempo permitir la interacción, acoger a amigos y familiares; es el lugar para el ocio y la relajación, pero también el sitio de la mayor parte del trabajo de cuidados, además de proporcionar una pequeña oficina para la creación de empresas. Esta tendencia de requerir que una unidad residencial cumpla múltiples funciones se ha intensificado a niveles sin precedentes durante la pandemia. Las preocupaciones por la salud han llevado al cierre de la mayoría de los lugares de trabajo, el segundo lugar donde las personas pasan la mayor parte de su tiempo, y cafés, restaurantes, cines y centros comerciales, los “terceros lugares”. De repente, la casa tuvo que convertirse en un espacio polivalente.
Las transformaciones sociales dramáticas, como las pandemias y los avances tecnológicos, exigen cambios drásticos en los estilos de vida. Los profesionales de la arquitectura continúan explorando y proponiendo nuevos modelos de vivienda, cada iteración atiende a las últimas necesidades de la sociedad. El modelo de co-living es uno de esos ejemplos que se ha convertido en un gran éxito en las últimas décadas. Al redefinir la forma en que las personas viven, busca proporcionar una forma de vivienda social rentable. Aunque está ampliamente dirigida a las generaciones más jóvenes, esta industria se encuentra evolucionando para atender a varios grupos de nicho.
El interés por el co-living se encuentra en aumento, una dirección enfatizada por la fusión entre el operador de co-living más grande de los Estados Unidos, Common, y su equivalente europeo, Habyt. Según informa The Wall Street Journal, ambas empresas administran más de 4.000 apartamentos en Estados Unidos y 7.000 en Europa y Asia. El término co-living se refiere a una forma moderna de vivienda grupal donde los residentes comparten diversos espacios comunes para sociabilizar, cocinar y reunirse, y a su vez, cuentan con acceso a servicios compartidos como los servicios de limpieza o paseos para perros.
Desde terminar por accidente estudiando arquitectura hasta finalmente enamorarse de la complejidad del campo y la multitud de sus capas, Johanna Meyer-Grohbrügge quedó asombrada por la naturaleza dual de la disciplina; su aspecto intelectual y su resultado físico. Fundadora de Meyer-Grohbrügge en Berlín, la arquitecta y su estudio buscan espacializar contenidos, crear relaciones y encontrar soluciones para la convivencia.
Junto a Toshiko Mori y Gabriela Carrillo, Johanna Meyer-Grohbrügge es parte del nuevo documental "Mujeres en la arquitectura" que se estrenará el próximo 3 de noviembre de 2022. La filmación promovida por Sky-Frame, en exclusiva colaboración con ArchDaily y bajo la dirección de Boris Noir, es un impulso para la inspiración, el debate y la reflexión en torno a uno de los temas más urgentes de la arquitectura.
¿Hay un futuro para nuestras ciudades si no tenemos una forma de vida sostenible? Desde hace un tiempo, la sostenibilidad urbana tiene un punto de vista más bien desde el cambio climático que desde una visión holística que incorpore la sociedad y la forma en que vivimos en comunidad.
¿Qué nuevas formas de vivir estamos experimentando con los diferentes cambios sociales, económicos y ecológicos? Definitivamente necesitamos poner en la mesa los diferentes casos de referencia que se han dado en distintas partes del mundo y entender las últimas tendencias sobre la forma en que vivimos nuestras ciudades.
Queremos que ustedes, nuestros lectores, no sólo sean los primeros en traer ejemplos de co-living, cooperativas y cualquier nuevo tipo de vivienda social que consideren referentes, sino que dejen sus reflexiones sobre el asunto en el formulario de abajo. Los comentarios serán seleccionados y publicados en un próximo artículo.
La vida comunitaria no es nada nuevo. A lo largo de la historia, la vivienda ha estado vinculada durante mucho tiempo tanto a necesidades compartidas como a una concentración de recursos. Hoy, entre el crecimiento de la población y el aumento de la densidad urbana y los precios de las propiedades inmobiliarias, los arquitectos y urbanistas han estado buscando alternativas para la vida compartida. Estos nuevos modelos exploran una gama de configuraciones espaciales y formales con una visión compartida para el futuro.
Durante siglos, la producción de viviendas se ha apoyado en un conjunto muy limitado de configuraciones espaciales, un comportamiento que finalmente parece no responder a las necesidades actuales de los usuarios. A ello se suma la escasez generalizada de vivienda asequible, el aumento de personas que viven solas y el envejecimiento de la población nos han obligado a reevaluar nuestros principales modelos de vivienda para proponer soluciones habitacionales que respondan mejor a la realidad humana de las ciudades. Con eso en mente, a continuación exploramos algunos de los modelos contemporáneos de vivienda colectiva que buscan reinterpretar el concepto de vivienda para adaptarse mejor a los estilos de vida actuales.
Muchos de nosotros ya hemos vivido o estamos viviendo en algún tipo de vivienda comunitaria. Ya sea por una experiencia universitaria de vivir en un dormitorio o en una comunidad de jubilados llena de otras personas mayores, el concepto vagamente definido, pero cada vez más popular, de co-living ha tomado muchas formas en la sociedad. Los gigantes del mercado dedicados al co-living, incluidos WeLive, Common y Ollie, se centran en participar en una economía compartida, ofreciendo una solución de vivienda financieramente sensata y fomentando las conexiones sociales. A medida que continuamos luchando contra la pandemia del COVID-19 y nos adaptamos a la aplicación del distanciamiento social y los mandatos de quedarse en casa, los arrendatarios que viven juntos se han visto obligados a descubrir nuevas formas de convivir, al tiempo que mitigan los riesgos para la salud. De hecho, las comunidades que habitan en un co-living pueden estar mejor posicionadas, en cuanto al manejo de la pandemia y el sentido de normalidad, que las ofertas de bienes raíces de residencias tradicionales.
Muchos de nosotros vivimos, estamos viviendo, o viviremos en una residencia para estudiantes; una buena combinación entre viviendas baratas y una estrecha convivencia con amigos y colegas. Por una cantidad razonable, es posible obtener una habitación individual y compartir algunos espacios comunes. Sin embargo, no son sólo los estudiantes universitarios los que actualmente viven de esta manera, y el concepto de co-living se ha establecido como una solución atractiva y efectiva.
SPACE10, el laboratorio del futuro de la vivienda creado por IKEA, anunció esta semana un "proyecto lúdico de investigación" que investiga el futuro de la co-vivienda. One Shared House 2030, un sitio web creado en colaboración con los diseñadores neoyorquinos Anton & Irene, le pide al público que "apliquen" para ser aceptados a una comunidad imaginaria de co-vivienda en el año 2030, describiendo sus preferencias en cuanto al tipo de personas con las que quisieran vivir, la manera en la que les gustaría que la comunidad se organizara, y las cosas que estarían dispuestos a compartir con otros. SPACE10 espera que el proyecto de investigación proporcione información acerca de si la co-vivienda podría ofrecer soluciones potenciales a problemáticas como la rápida urbanización, soledad y la creciente crisis global de vivienda económica.