El mundo post-pandemia ha experimentado transformaciones en diversos aspectos, entre ellos el turismo urbano y las nuevas modalidades de viaje. Con el auge del trabajo remoto y freelance, muchas personas ahora tienen la libertad de trasladarse entre ciudades sin necesidad de establecer una residencia fija. Esto ha convertido a bares, restaurantes y cafeterías en algo más que simples espacios de consumo: son ahora oficinas temporales y, en muchas ocasiones, escenarios para diversas actividades.
Por otro lado, las tiendas y espacios de retail han evolucionado para ofrecer algo más que la venta de productos o servicios. Se han convertido en parte de una experiencia de consumo integral, que conecta emocionalmente con los usuarios.
Es casi imposible hablar de Madrid, capital española que, además de su evidente atractivo turístico y su liderazgo como la ciudad más visitada del país —seguida por Barcelona—, es inseparable de su larga historia y de su evolución hasta la actualidad. En 2024, Madrid recibió más de 11,2 millones de visitantes, lo que constituye aproximadamente el 11,9% del total de turistas que llegaron a España ese año. Gran parte de la identidad de la ciudad, la singularidad de cada uno de sus barrios y las nuevas zonas desarrolladas a lo largo de los años están profundamente vinculadas a un crecimiento que, aunque planificado y modernizado en muchos aspectos, ha sabido preservar el carácter diverso que define su esencia urbana.
España cuenta con una vasta diversidad de paisajes, tanto naturales como urbanos, donde el espacio público desempeña un papel protagonista. En los últimos años, su relevancia ha crecido, consolidándose como un eje fundamental para el encuentro. Más allá de sus cualidades arquitectónicas y paisajísticas, el espacio público ofrece a los visitantes y ciudadanos entornos de calidad que contribuyen a mejorar las condiciones de vida, ya sea en un parque urbano, un eje peatonal dentro de la ciudad o un espacio para simplemente estar en un entorno natural y en conexión con el territorio.