
Una buena conversación puede hacer que el tiempo parezca pasar más rápido. Pero, ¿es este efecto únicamente debido al intercambio verbal, o podría nuestra percepción del tiempo estar influenciada por las condiciones espaciales que nos rodean? Hay entornos que, debido a su escala, distribución y atmósfera, son propicios para reunirse, escuchar o hacer una pausa, influyendo así en la experiencia humana. Quizás no sean las palabras que compartimos, sino el espacio en el que hablamos lo que realmente moldea nuestra comprensión del tiempo. Algunas teorías sociológicas sobre nuestra sociedad y el entorno construido van más allá de considerarlo como un mero contenedor físico y sugieren que la arquitectura, en su dualidad, puede actuar tanto como un inhibidor como un catalizador de nuestras experiencias temporales, impactando nuestro bienestar.