
Japón, uno de los lugares conocidos por su alta longevidad, enfrenta críticamente un cambio demográfico. A medida que la población envejecida sigue creciendo, también lo hace la demanda de espacios pensados y bien diseñados que apoyen el cuidado de los ancianos. Tradicionalmente, el cuidado estaba entretejido en la estructura de la vida familiar, a menudo recayendo en las mujeres en una sociedad patriarcal. Sin embargo, a medida que la estructura familiar tradicional de grandes familias se disuelve en gran medida y la familia nuclear se convierte en la norma, el cuidado de los ancianos depende cada vez más de los servicios de bienestar social y de instalaciones especializadas.
Esta situación presenta un desafío arquitectónico profundo y creciente: ¿Cómo pueden los entornos de cuidado no solo acomodar las necesidades médicas y de enfermería, sino también fomentar la dignidad individual, el confort y las interacciones humanas y no humanas? El diseño ideal de las instalaciones de cuidado de ancianos equilibra la funcionalidad clínica con las sutilezas de la vida diaria—para los ancianos mismos, para aquellos que enfrentan desafíos y dificultades como la demencia, para sus familias y para los cuidadores que los apoyan.